Do Re Mi Fa Sol Latido!

Los argonautas que pasean por el cerebro de los hermosos acaudalados coherentes de fe y paganos consortes de la incertidumbre, desean poner todo el odio de su frente sobre las balas de un pobre campesino, ladrón de la sabiduría de los antepasados, creyendo tener un poco de esa escencia espiritual que me hace estremecer a media noche y gritar tras los cuatro vientos tu nombre, en la casa de odín, debajo del cisne que he creado tras la aurora y hasta el anochecer en el templo de tu cuerpo, orando por un momento de crueldad y compasión. Sé que no te meresco pero la duda de un astronauta perdido me ha dicho que el corazón delator de cada instante arraigado a la conexión paranormal parapléjica pudiere ser que te encuntre en el manicomio, el analfabeta que cree estar orgulloso de su imagen de dios divino que ha sido creado a través de los siglos y los siglos, en este momento mi cerebro desea explotar y dejarme sin cordura ha sido demasiado el viaje para llegar hasta aqui, y aún así no cree que estés.

Te extraño! pero ¿a dónde vas? ¿qué no estoy yo aqui que soy tu madre? hijo de puta maldito ladrón, asesino, cobarde, no huyas ante la tormenta de quien ha sido engañado por tus garras, ¡arpías! joder que si el cerebro se tambalea como borracho a mitad de Nueva York pidiendo algunas monedas para conseguir un poco más de ese vino barato que sé te encanta, pero por favor no olvides que aqui estoy, no te extraño, no te amo, jaja, piensa piensa, mis dedos ya no pueden, quieren reventar, salir volando como ferrari de fórmula uno.

Y hasta la eternidad más efimera podría encontrar en ti esos hermosos ojos de rubí, contemplando el ámbar, comiendo el azúcar de todas las paredes que en ti encarnan una hermosa visión de nuestros cuerpos al amanecer, desnudos junto al calor de aquel infernal concepto que es la narración optada por no poder crecer, desde el emisferio que desea escupir, ¡sangre! ¡verdad! furia de los más lánguidos deseos de libertad, por qué has de llorar si tú te sientas a la orilla de aquel lago que algún día nos unió, nos vió reir, nos vió tomarnos de la mano y resar para que no se terminara el tiempo, el tiempo de la destrucción de la bienaventuransa, del paraiso terrenal que construimos aquel día de abril recargados de ese viejo puente que nos confundió para estar siempre unidos. Quisiera tomarte de nuevo entre mis brazos, y arrullarte frente a ese televisor que nos dió unas cuantas horas de felicidad, sin olvidar tus calcetines de los looney tunes, y en cuanto a tu tersa piel, blanca y hermosa, donde miles de veces soñé en perderme, y nunca soltar tu mano, ahora sé que no me es necesario ya que de mi no sé nada, perdido entre incertidumbre de los hijos de abraham, de los padres de la obscuridad, caín y lilith, cegadores de la luz.